A final de año, la dirección ha decidido lanzar una campaña de comercialización de seguros de salud. Ya conoce las consecuencias, el desgaste que provoca, pero la ambición por los incentivos es insaciable.
La dirección cambia constantemente las reglas del juego, y sabe tocar las teclas.
Lo que se presenta como una campaña para «ayudar» a cumplir objetivos del 3Q y preparar el 1Q de 2026, es en realidad una estrategia construida para obtener más incentivos, a costa de amargar el cierre de año a la plantilla.
¿Campañas de última hora?
Porque no han sabido planificar bien, ni una estrategia comercial coherente, ni unas bases de incentivos elaboradas el 1 de enero para todo el año, sin sobresaltos ni giros bruscos.
El resultado de esta campaña perversa, ya lo conocemos todos:
Presiones constantes, seguimientos obsesivos, mails, llamadas, recordatorios, y rankings, esos que asegura la dirección que no existen.
La plantilla desbordada, clientes saturados, mandos intermedios adoctrinados y obsesionados con un único objetivo.
La entidad presume continuamente de visión cliente, de cercanía, y de asesoramiento responsable.
Pero luego impulsa una campaña que se contradice frontalmente con ese discurso:
- Se fuerza la comercialización monoproducto.
- Se prioriza el volumen de ventas sobre las necesidades reales de la clientela.
- No hay otro tema, ni objetivo, ni prioridad.
Una campaña no puede convertirse en una fuente de estrés permanente, ni puede sostenerse a base de presión y obsesión comercial. Lo que está ocurriendo estos días no es una excepción, es la consecuencia de un modelo que necesita un cambio profundo.
La dirección puede imponer campañas, pero no puede imponer silencio.
CCOO seguiremos denunciando y exigiendo un modelo comercial responsable, digno y sostenible.
